Los persistentes ataques de drones ucranianos contra la infraestructura petrolera y gasística de Rusia han logrado neutralizar un quinto de su capacidad de producción de combustible. Esta situación, que se ha vuelto crítica en varias regiones, ha causado serios problemas de abastecimiento interno, un alza de los precios en las gasolineras y ha obligado al gobierno ruso a prohibir temporalmente las exportaciones de gasolina.
Daño Estratégico a la Infraestructura Rusa
Según fuentes independientes, Ucrania ha logrado bloquear entre el 17% y el 21% del potencial de procesamiento ruso, lo que ha obligado a más de una docena de refinerías en regiones clave como Volgogrado, Samara y Rostov a detener sus operaciones. Estos ataques, que comenzaron a principios de 2024, han ganado en intensidad con el objetivo de afectar la maquinaria de guerra rusa.
Algunas de las refinerías más importantes que han sido golpeadas son las de Afípskaya, Slaviánskaya, Kúibishevskaya y Novoshájtinsk, esta última ardiendo por más de tres días tras el impacto de un dron. Además, oleoductos internacionales como el Druzhba y terminales portuarias como la de Ust-Lugá han sido afectados, reduciendo las exportaciones de crudo ruso a 2.72 millones de barriles diarios a fines de agosto.
Impacto en la Economía Rusa
La situación en el sector energético ha afectado directamente a la economía rusa. Los precios de la gasolina han subido a niveles históricos, alcanzando los 64.96 rublos por litro. Pese a que el Kremlin ha intentado tranquilizar a la población, el alza de precios forzó al gobierno a tomar la drástica medida de prohibir la exportación de gasolina hasta fines de octubre.
El Instituto de Estudios de la Guerra (ISW), un think tank estadounidense, advierte que esta tendencia, sumada a otras políticas económicas, podría «conducir a un brusco incremento de la inflación, una caída del poder adquisitivo de los consumidores, una devaluación del rublo a corto y medio plazo y a una inestabilidad macroeconómica en Rusia».
Riesgos Políticos y Tensiones en Europa
Los ataques a la infraestructura energética rusa no solo tienen consecuencias internas, sino que también generan tensiones geopolíticas. Los ataques al oleoducto Druzhba, que abastece de crudo a países de Europa Central como Hungría y Eslovaquia, han provocado la indignación de estos países.
En respuesta, Hungría ha calificado los ataques como agresiones a su seguridad energética y soberanía nacional, llegando incluso a amenazar a Ucrania con un posible corte de los suministros de electricidad. Estos incidentes revelan que la campaña de drones ucranianos no solo busca dañar la capacidad de combate de Rusia, sino también presionar a sus aliados en la región para que tomen posturas más firmes.
