El Congreso de Querétaro se convirtió en la cancha donde cada bancada jugó su propio estilo: Morena y PT al ataque, PRI en el medio campo, MC y Verde como laterales reservados, y el PAN defendiendo la portería del Ejecutivo con fervor de aficionado. Entre críticas, reconocimientos y aplausos desmedidos, el informe se narró más como un encuentro lleno de contrastes que como un simple acto protocolario.
PT y Morena se colocaron como la delantera rival: presionaron, cuestionaron y buscaron exhibir errores en la estrategia. Claudia Díaz señaló que “el gobierno ha presumido cifras y programas, pero en la vida diaria de miles de familias la promesa aún no llega”. Ulises Gómez afirmó que “este informe que se nos entrega, viste de palabras lo que la realidad desnuda con hechos”. Metieron goles, pero nada que impresionara.
El PRI, con Adriana Meza, jugó en el medio campo: reconoció algunas jugadas bien planteadas, pero advirtió que “reconoceremos los avances, pero también seremos críticos cuando un supuesto logro carezca de sustento”. La priísta despreciada, se vio entregada.
Movimiento Ciudadano y el Partido Verde entraron como laterales que acompañan la ofensiva pero marcan reservas. Teresita Calzada reconoció la respuesta a emergencias y pidió homologar programas de protección civil, mientras el Verde subrayó que “la sostenibilidad debe ser la brújula para todo lo que viene”. Poco que decir.
El PAN, con Mauricio Cárdenas, se paró como defensa central y portero del Ejecutivo. Aplaudió la estrategia de juego y aseguró que “Querétaro se gobierna distinto, bajo el Modelo Queretano de Bien Común”, respaldando leyes impulsadas desde el gobierno. En lugar de jugador, parecía un hincha enamorado, de esos que no ven, nada, absolutante nada.
