El Primer Informe de Gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo se convirtió en un evento clave para trazar la ruta de su administración. A once meses de haber asumido la presidencia, la mandataria dirigió un mensaje en el Patio de Honor de Palacio Nacional, donde su declaración final resonó con fuerza y esperanza: «Vamos bien y vamos a ir mejor». Este lema, repetido con convicción, encapsula el espíritu de continuidad y optimismo que define su proyecto.
El Compromiso con el Pueblo y la Continuidad de la Cuarta Transformación
A lo largo de su discurso, la presidenta Sheinbaum reafirmó su compromiso con los ciudadanos que la llevaron al poder. Ante un público que la escuchó con atención, aseveró que sus primeros once meses han sido de «arduo trabajo». Sin embargo, el punto culminante de su mensaje fue la promesa de lealtad: “Tengan la certeza que no voy a traicionar”. Con esta frase, Sheinbaum se presentó como una servidora incansable de la nación, dispuesta a «caminar sin descanso, con rectitud, con valentía» para honrar la confianza depositada en ella.
Este compromiso se enmarca en la visión de un segundo gobierno de la Cuarta Transformación, un proyecto que, como ella misma indicó, busca «seguir transformando la nación, por la paz y el bienestar del pueblo».
Un Mensaje de Identidad y Orgullo Nacional
Más allá de los logros y promesas de gestión, el discurso de la presidenta Sheinbaum también tuvo un fuerte componente de identidad y orgullo nacional. La mandataria reivindicó a México como un «país grandioso» con un «pueblo maravilloso».
En un cierre emotivo, destacó que el 1 de septiembre marca el inicio del mes de la patria, un momento para conmemorar las gestas que llevaron a la Independencia. Con un claro mensaje de soberanía, la presidenta afirmó: «somos un país libre, independiente y soberano; con un pueblo trabajador y extraordinario».
El discurso culminó con un rotundo «¡viva!» a la grandeza de México y tres «¡viva México!», una despedida que fue respondida con un largo aplauso por los asistentes. Este final no solo selló un informe de gobierno, sino que también fortaleció la conexión de la presidenta con las raíces y el orgullo de la nación que ahora dirige.
