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Claudia Sheinbaum “toca intereses” con la nueva Ley de Aguas, advierte el ingeniero Jorge Lomelí

El ingeniero civil Jorge Lomelí advierte que la nueva Ley General de Aguas, impulsada por Claudia Sheinbaum, ha provocado resistencias de grandes grupos económicos al imponer control, medición y priorizar el consumo humano.

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El ingeniero civil Jorge Lomelí aseguró que la discusión de la nueva Ley General de Aguas abrió un escenario inédito en el país, evidenciado por cierres carreteros, tensiones políticas y resistencias de grupos con gran poder económico. Afirmó que la presidenta Claudia Sheinbaum mostró “una valentía enorme” al poner sobre la mesa un tema históricamente intocable: el control y la acumulación privada del agua.

Recordó que desde 2012 se intentó crear una legislación integral, pero los intereses de grandes empresas, bancos y actores políticos frenaron cualquier avance. Hoy, dijo, el ordenamiento impulsa la supervisión, medición, trazabilidad y destino del recurso, lo que ha provocado reacciones inmediatas de quienes por años administraron volúmenes de agua superiores incluso a los de ciudades completas. Señaló que se detectan casos donde solo cuatro o cinco empresas concentran más agua que municipios enteros, además de prácticas donde concesiones agrícolas se usaban para industrias, campos de golf o desarrollos inmobiliarios.

Lomelí insistió en que el país enfrenta una crisis hídrica: de los 11 acuíferos de Querétaro, al menos cinco están agotados. En este contexto, destacó que la ley prioriza el consumo humano por encima de cualquier actividad económica y limita operaciones que permitían vender, heredar o transferir derechos de agua sin control. También establece sanciones a quienes contaminen ríos y obliga al tratamiento adecuado del agua industrial y municipal.

Explicó que la legislación está compuesta por dos marcos: la Ley General de Aguas, que crea una estructura regulatoria estricta, y la Ley de Aguas Nacionales, que se modifica para alinearse a los nuevos criterios. Con esto, auguró que se reducirá la contaminación en ríos como el Querétaro, Hércules o La Cañada, y se frenará el uso indebido de pozos agrícolas para abastecer a desarrollos privados.

Sobre el papel de los municipios, consideró que sí pueden encargarse del tratamiento y reutilización del agua, siempre que cuenten con plantas diseñadas “a la medida” de sus necesidades. Respecto a la Comisión Estatal de Aguas (CEA), dijo que no debería desaparecer, sino fortalecerse para regular a los organismos operadores privados y municipales, muchos de los cuales, advirtió, funcionan sin la transparencia ni la capacidad técnica necesarias.

Lomelí sostuvo que la reacción de los grupos inconformes continuará, pero será temporal: “A nadie le gusta el control cuando ha tenido poder”. No obstante, consideró que el ordenamiento era urgente y que sus beneficios en disponibilidad, calidad y equilibrio ecológico se verán en el corto plazo. “Es una sacudida necesaria”, concluyó, al afirmar que la nueva ley pondrá fin a décadas de abuso en el manejo del agua en México.

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