Este viernes 15 de agosto de 2025, el expresidente estadounidense Donald Trump y el presidente ruso Vladimir Putinse reunieron en una cumbre de alto nivel en la Base Conjunta Elmendorf-Richarson, en Anchorage, Alaska, marcando el primer contacto directo entre ambos líderes desde 2019.
La reunión inició con un gesto cargado de simbolismo: un cordón rojo, un apretón de manos prolongado y un saludo amistoso que contrasta con el conflicto en curso en Ucrania. En la comitiva estadounidense se incluyeron figuras clave como el Secretario de Estado Marco Rubio y el enviado especial Steve Witkoff, mientras Putin estuvo acompañando por su Canciller Sergey Lavrov.
Objetivo claro: negociar un alto al fuego
Trump busca un alto al fuego inmediato, y aseguró que no se sentaría a negociar si no se concreta tal acuerdo. Putin, por su parte, podría aceptar un congelamiento del conflicto a cambio de garantías sobre la no expansión de la OTAN y el levantamiento parcial de sanciones. Aunque se esperan avances, la verdadera prueba estará en una posible segunda cumbre que incluya al presidente ucraniano Volodymyr Zelenskiy, y posiblemente a otros líderes europeos.
Reacciones y efectos geopolíticos
- Críticas desde Ucrania y Europa: Se ha expresado preocupación por el alcance de las concesiones y la legitimación de Putin, especialmente tras el despliegue ceremonial que rodeó al presidente ruso.
- Presión diplomática: Líderes europeos urgieron que cualquier diálogo de paz incluya a Ucrania y no se base en cesiones territoriales.
- Contexto estratégico: Para Trump, lograr una paz, incluso parcial, representaría un triunfo que podría reforzar su imagen internacional y alimentar propuestas como una nominación al Premio Nobel de Paz.
Este encuentro, aunque simbólico, representa una nueva etapa en la diplomacia Rusia-EE.UU., y podría ser el primer paso hacia una negociación más amplia, aunque el camino está lleno de incertidumbres.

